Mi lugar, mi misión en la vida, mi don
Acabo de salir de la burbuja de amor, sinceridad, cariño, cuidado, sororidad, claridad y paz que he creado con mi último retiro de mujeres que acabó hace unos días.
Cuando estoy en mis retiros de mujeres sentada al lado de mi amiga y fantástica cantante de mantras, Carola Zafarana, observando cómo las mujeres se van literalmente transformando con el paso de los días y todos los ejercicios que vamos haciendo, yo siento en lo más profundo de mi ser que ESTO es lo que yo he venido a hacer.
Siento una gratitud inmensa y una felicidad profunda por haber sido capaz de ir escuchando las señales de la vida hasta llegar a ocupar este lugar que se siente tan profundamente como MI lugar, MI misión en la vida, mi DON.
Para mí es realmente mágico ver llegar a las mujeres el primer día asustadas y desconfiadas (esta vez la gran mayoría nunca había hecho un retiro antes y una gran parte ni tan siquiera me conocía).
Mujeres formales y reservadas, rígidas en sus cuerpos, cordiales, educadas y amables. Todas de alguna forma similares, con sonrisas en sus caras que no dejan ver cómo están de verdad. Con máscaras tan familiares para ellas que ni tan siquiera saben que las llevan.
Mujeres con miedo a cantar, a moverse de forma incorrecta, a bailar libremente, a ocupar espacio, a mostrar sus emociones y debilidades, a dejarse ir y salir de lo que es correcto, lo que se espera de ellas.
Mujeres con miedo a compartir con otras mujeres. Habiendo vivido muchas traiciones por otras mujeres, críticas, puñaladas por la espalda, engaños y con dificultad para confiar en ellas.
Mujeres que transmiten de forma sutil el mensaje de “no quiero molestar”. Otras con el mensaje “yo no necesito nada, puedo sola con todo”.
Mujeres en el fondo solas, sin saber realmente quiénes son.
Pero también son mujeres en búsqueda de algo que, en muchos casos, ni tan siquiera pueden claramente articular en palabras cuando comenzamos el retiro.
Mujeres valientes, listas para salir de su zona de confort, para dejarse de alguna forma ayudar, para probar algo desconocido que les da miedo y, aún así, sienten que tienen que hacer.
Mujeres capaces de seguir su intuición y apuntarse a un retiro conmigo, sin saber muy bien de qué se trata, con resistencia en el mejor de los casos y un miedo profundo en el peor.
Mujeres que, con el paso de los días, los cantos, bailes, los compartires profundos, los cariños y mis enseñanzas, se van poco a poco mostrando cada vez más, volviéndose más blanditas por dentro, más humanas, menos perfectas y exigentes consigo mismas.
Ellas van ocupando cada vez más su lugar, atreviéndose a salir de su cajita de mujer complaciente y sin necesidades.
Acaban llorando, gritando, riendo, cantando y bailando de una forma en la que no lo han hecho nunca.
Mujeres que, cuando acaba el retiro, son literalmente otras. Se dejan ver, se muestran con su color único, sin maquillaje, con su forma exclusiva y diferente de estar en este mundo.
Se dejan ver, comparten sus emociones, comparten secretos que nunca antes han contado, cosas sobre sí mismas que incluso ellas desconocían.
Entran en sus cuerpos, se permiten escuchar su voz única, bailar como si nadie las estuviera mirando, moverse y comportarse de forma auténtica, como ellas lo sienten en ese momento.
Mujeres que, en este retiro, se han ido todas con un compromiso muy fuerte a dejar de complacer y a empezar a poner límites a los demás, a ocupar su lugar, a cuidarse por encima de todo, a priorizar lo que realmente es importante en sus vidas.
Mujeres auténticas, únicas, empáticas, que saben escuchar sin juicio, que se ven reflejadas en todas las demás, que se dan permiso las unas a las otras para brillar, para ser únicas y especiales, cada una a su manera.
Este tipo de transformación solo la podemos hacer juntas. Las mujeres tenemos mucho miedo a ser juzgadas, criticadas y abandonadas por otras mujeres. Por eso es tan importante que nos juntemos para darnos permiso para brillar y para compartir nuestras heridas, retos y problemas para así darnos cuenta de que no somos las únicas, que muchos de mis problemas resulta que son colectivos, que otras mujeres también los tienen.
Mis retiros son literalmente un oasis de amor, cariño, compasión y diversión tanto para las participantes como para mí y para Carola.
Doy gracias a cada una de las mujeres que ha confiado en sí misma y en mí para venir a este retiro, a las mujeres que han venido a mis retiros anteriores, a las que sé que van a venir a retiros futuros y también a las que tal vez nunca estarán listas para venir.
Mi próximo retiro de mujeres será del 25 al 29 de agosto en Benicarló (Castellón) y ya te puedes apuntar. Se va a llenar en seguida, así que si estás decidida no tardes en inscribirte.